Esta etapa, de unos 24 km de
distancia, es sencilla y variadita. Los primeros 8 kilómetros son urbanos,
salvo pequeños tramos entre cultivos. Tras atravesar el casco histórico y
cruzar un puente sobre el río Sil, se continúa por avenidas y barrios obreros.
En la entrada anterior hablé bien
del casco histórico de Ponferrada, que merece visitarse con detenimiento. El resto de la ciudad no es especialmente
bonito, pero se ha hecho un esfuerzo por embellecerla con parques, fuentes
ornamentales y esculturas figurativas. De ellas, veremos el monumento a Las
Pimenteras y a Los Donantes de Sangre.
Conviene aclarar que las flechas
amarillas nos hacen dar un rodeo kilométrico, pero no recomiendo atajar porque
el atajo es muy desagradable (lo hice una vez por despistado: dejamos de ver
las flechas y nos fiamos de una lugareña que, de buena fe, nos hizo un flaco
favor) y porque la ruta oficial, además de histórica, tiene algún edificio de
interés como la iglesia neorrománica de Compostilla,
la iglesia de San Esteban en Columbrianos
y la ermita del Divino Cristo de Fuentes
Nuevas.
Después de haber andado unos 10,5
km desde la salida, llegaremos a Camponaraya,
una localidad de 1,5 km de largo y un buen lugar para un avituallamiento,
aunque, si se desea, en alguno de los lugares anteriores también hay bar. Poco después de salir
de esta localidad, recorreremos el tramo más bonito y más relajante de la
etapa, que discurre entre viñedos y chopos alejado del ruido de las carreteras.
Tras un agradable paseo de unos 4
km llegaremos a Cacabelos, una
localidad de más de 5.000 habitantes en la que comienza la acción de El Señor de Bembibre, de Enrique Gil y Carrasco (1815-1846), una
de las grandes novelas históricas españolas del s. XIX. De esta pequeña ciudad
diría que el turismo enológico eclipsa
sus encantos. Los que se queden en su albergue pueden disfrutar de un museo
arqueológico con restos prerromanos de un castro cercano, un interesante patrimonio
histórico y una playa fluvial en el río Cúa.
Se entra al pueblo por una calle
ancha con algunas bonitas casas con balcones de madera y flores. Un poco más
adelante, hay una ermita que alberga en su interior los pasos de Semana Santa.
En este lugar comienza la peatonal calle de Santa María, muy animada y con
bonitas casas blasonadas.
El edificio más emblemático de
Cacabelos es el santuario de la Quinta Angustia, un templo barroco situado a
las afueras, después de cruzar un puente sobre el río Cúa que, si no me
equivoco, ha sido recientemente peatonalizado, lo que es una excelente noticia.
Lamentablemente, siempre he pillado cerrado por dentro el santuario, pero he
leído que tiene cinco retablos.
Si se pasa por Cacabelos la
primera semana de agosto, puede disfrutarse de las fiestas de Astures y
Romanos, que colocan sus campamentos al lado del río.
Por último, a los que decidan pernoctar aquí, les recomiendo tomar un taxi para ver el Monasterio prerrománico de Santa María de Carracedo, situado a unos 5 km. Está declarado Bien de Interés Cultural. Debo advertir que parte del monasterio está en ruinas, pero hay partes que se conservan bien, como sus bóvedas. En el momento de escribir esto, he visto en una web que un viaje en taxi de ida y vuelta con media hora de espera cuesta 10 €.
Saliendo de este bonito pueblo,
nos quedan unos 7 km hasta Villafranca del Bierzo. Es la parte más dura de la
etapa (ligera subida, aunque no es difícil) y, además, muy ingrata, porque
transcurre en su mayor parte junto a la carretera y, además, no hay sombras.
Este tramo discurre entre viñedos y, aunque en verano es un tostón hacerlo, en
otoño es un espectáculo cuando las vides se vuelven multicolor.
Por citar un apunte histórico, a
unos 2 km de Cacabelos hay un pueblo con albergue llamado Pieros en donde un cartel invita a hacer un pequeño desvío de 15
minutos para visitar el castro de Ventosa, lo que en su día fue la astur
Bergida y la romana Bergidum Flavia que
da nombre a la comarca del Bierzo.
Los últimos kilómetros son más
agradables porque se abandona la tediosa carretera y se camina junto a una
pista que pasa al lado del estudio del escultor Arturo Nogueira, un gran artista
que, entre otras obras, hizo el monumento a las Pimenteras que he citado antes.
Tras un paseo más agradable entre toboganes, divisamos los tejados de pizarra
de Villafranca del Bierzo que, aunque no es una población muy grande, tiene
mucho para ver y lo voy a dejar para la siguiente entrada.
Saludos cordiales, buen Camino y Feliz Navidad,
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