Esta
etapa es una de las más bonitas del Camino Francés en lo que al paisaje se
refiere. La mayoría de los que inician la etapa en O Cebreiro o en alguna de
las aldeas anteriores suele acabar en Triacastela, pueblo situado a unos 21 km
de O Cebreiro, aunque no es mala alternativa continuar andando unos 10 km más y
pernoctar en Samos.
Habíamos dicho que la etapa que
acaba en O Cebreiro es la etapa reina, pero eso no quiere decir que sea el
techo del Camino (es la Cruz de Ferro) y ni siquiera de Galicia, pues en esta
etapa se suben dos puertecitos, uno de ellos a más altura que O Cebreiro.
Si tenemos la suerte de que no
llueva y haya niebla en Galicia, puede comenzarse la etapa con una vista
espectacular.
A grandes rasgos, hasta
Triacastela puede dividirse en tres partes: una de sube-baja de unos 8,7 km
hasta el ALto do Poio, un descenso suave de 5 km escasos hasta la aldea de
Biduedo y unos 7 km de descenso más pronunciado, aunque no exagerado. En esta
ruta atravesamos 8 pequeñas aldeas de entre 9 y 100 habitantes, algunas de
ellas con bar y albergue.
La etapa comienza cuesta abajo y
entre bosques, pero luego hay que subir un repecho para llegar al Alto de San Roque. En este punto,
situado a poco más de 4 km de la salida, tenemos el primer lugar en el que es
obligatorio sacarse una foto: un monumento al peregrino realizado por un
escultor llamado José María Acuña en 1993. Además de la estatua, si el tiempo acompaña
puede disfrutarse de una magnífica vista panorámica.
Con unas vistas espectaculares de
las montañas que nos rodean, seguimos con el sube-baja algo más de 4 km para,
después de una fortísima rampa, llegar al Alto
do Poio, el techo del Camino en Galicia. Los 13 km que restan hasta
Triacastela son un continuo descenso, primero suave y después más pronunciado. El
paisaje en todo momento es precioso, con magníficas vistas de las montañas a
ambos lados o atravesando túneles vegetales y viendo abundantes terneras
gallegas.
Poco antes de llegar a Triacastela, en una aldea llamada Ramil, también podemos disfrutar de un
precioso castaño centenario.
¿Y en cuestión de arte? Como he
dicho, se atraviesan pequeñas aldeas, así que no hay que esperar encontrar
templos como los que se han visto en otros lugares del Camino pero, aunque
pequeñitas, hay algunas iglesias interesantes, como las de Padornelo o Fonfría.
Triacastela, con sus poco más de 100 habitantes, es el final de la
11ª etapa del Codex Calixtinus y un final de etapa clásico que cuenta con todos
los servicios. Es un pueblo agradable y acogedor, aunque no es necesario
invertir mucho tiempo en conocerlo. Lo más destacado es su iglesia románica de
Santiago, un antiguo mesón con grades dovelas y la antigua cárcel de
peregrinos.
A los que se queden, tanto si son
creyentes como si no lo son, recomiendo quedarse a la misa de peregrino, que da
el que posiblemente sea el cura más simpático del Camino y muy implicado en el
Camino. Acaba sus misas con bendiciones en todos los idiomas de los asistentes
y, entre otras originalidades, en el momento de darse la paz, pide que, en vez
de darse la mano, nos demos un abrazo.
Nada más salir de Triacastela hay
que elegir entre dos variantes que confluyen antes de llegar a Sarria: por San
Xil o por Samos. Si se ha llegado a Triacastela y se quiere seguir andando, hay
que coger la variante de Samos y pernoctar en este pueblo, pues creo que la
variante de San Xil carece de albergues, aunque no estoy seguro del todo. Si se
pernocta en Triacastela, aunque la variante de San Xil es bonita y 6 km más
corta, también recomiendo la variante de Samos.
Los primeros 3,5 km son
agridulces. Por un lado, se disfruta de un frondoso bosque y se camina cerca
del río Oribio o Sarria pero, por otro lado, hay que hacerlo por carretera.
Cuando llegamos a San Cristovo do Real,
una bonita aldea de tejados de pizarra, pero mal conservada, iniciamos uno de
los tramos más bonitos del Camino en cuestión de paisaje, caminando junto al
río y su precioso bosque de ribera, además de atravesar algunos túneles
vegetales.
En Samos, la meta alternativa, puede disfrutarse del mejor monumento
gallego del Camino Francés (exceptuando los compostelanos): el monasterio
benedictino de San Xulian y Santa Basilisa, de obligatoria visita para los
amantes del arte.
En este monasterio destacan sus
dos patios: el austero claustro grande, presidido por una estatua de Fray Benito Feijoo, por ser en este monasterio en donde tomó los hábitos este famoso
escritor de la Ilustración. Junto a él, se encuentra el hermoso claustro
pequeño, construido en el siglo XVI, aunque imita el estilo gótico. Es conocido
como el Claustro de las Nereidas, por
estar ocupado su centro con una preciosa fuente con cuatro ninfas marinas.
Esta escultura la hizo el Padre
Juan Vázquez en el siglo XVIII. Según una leyenda, a un provincial benedictino
que visitó el monasterio le chirrió ver ninfas en un lugar dedicado al
recogimiento y la oración, así que ordenó su traslado. Sin embargo, después de
desmontarla, las piedras se hicieron tan pesadas que no pudieron despegarse del
suelo, ni siquiera con los artilugios de la época, así que se desistió y,
cuando se decidió reconstruirla, recuperaron su peso y se montaron con total
facilidad.
Además del monasterio, ubicado en
un agradable parque junto al río, también podemos disfrutar en Samos de la
Capilla del Ciprés, un pequeño templo mozárabe del s. X que tiene junto a él un
ciprés de unos mil años de edad, unos 25 metros de altura y unos 3 metros de
diámetro.
Saludos cordiales y buen Camino
Soy Jacinto, persona que trabaja desde hace unos 10 años en la recuperación del Camino Olvidado. Mía es la web www.viejocamiinodesantiago.com. Tengo cuatro artículos dispònibles sobre el Viejo Camino en general y otros tres específicos: románico del Camino, patrimonio natural y ruta gastronómica. Si te interesa ponte en contacto conmigo jacinto.prada@gmail.com.
ResponderEliminarSaludos cordiales