sábado, 22 de abril de 2017

O CEBREIRO - TRIACASTELA O SAMOS

Esta etapa es una de las más bonitas del Camino Francés en lo que al paisaje se refiere. La mayoría de los que inician la etapa en O Cebreiro o en alguna de las aldeas anteriores suele acabar en Triacastela, pueblo situado a unos 21 km de O Cebreiro, aunque no es mala alternativa continuar andando unos 10 km más y pernoctar en Samos.

Habíamos dicho que la etapa que acaba en O Cebreiro es la etapa reina, pero eso no quiere decir que sea el techo del Camino (es la Cruz de Ferro) y ni siquiera de Galicia, pues en esta etapa se suben dos puertecitos, uno de ellos a más altura que O Cebreiro.

Si tenemos la suerte de que no llueva y haya niebla en Galicia, puede comenzarse la etapa con una vista espectacular.



A grandes rasgos, hasta Triacastela puede dividirse en tres partes: una de sube-baja de unos 8,7 km hasta el ALto do Poio, un descenso suave de 5 km escasos hasta la aldea de Biduedo y unos 7 km de descenso más pronunciado, aunque no exagerado. En esta ruta atravesamos 8 pequeñas aldeas de entre 9 y 100 habitantes, algunas de ellas con bar y albergue.

La etapa comienza cuesta abajo y entre bosques, pero luego hay que subir un repecho para llegar al Alto de San Roque. En este punto, situado a poco más de 4 km de la salida, tenemos el primer lugar en el que es obligatorio sacarse una foto: un monumento al peregrino realizado por un escultor llamado José María Acuña en 1993. Además de la estatua, si el tiempo acompaña puede disfrutarse de una magnífica vista panorámica.





Con unas vistas espectaculares de las montañas que nos rodean, seguimos con el sube-baja algo más de 4 km para, después de una fortísima rampa, llegar al Alto do Poio, el techo del Camino en Galicia. Los 13 km que restan hasta Triacastela son un continuo descenso, primero suave y después más pronunciado. El paisaje en todo momento es precioso, con magníficas vistas de las montañas a ambos lados o atravesando túneles vegetales y viendo abundantes terneras gallegas. 


Poco antes de llegar a Triacastela, en una aldea llamada Ramil, también podemos disfrutar de un precioso castaño centenario.



¿Y en cuestión de arte? Como he dicho, se atraviesan pequeñas aldeas, así que no hay que esperar encontrar templos como los que se han visto en otros lugares del Camino pero, aunque pequeñitas, hay algunas iglesias interesantes, como las de Padornelo o Fonfría.

Triacastela, con sus poco más de 100 habitantes, es el final de la 11ª etapa del Codex Calixtinus y un final de etapa clásico que cuenta con todos los servicios. Es un pueblo agradable y acogedor, aunque no es necesario invertir mucho tiempo en conocerlo. Lo más destacado es su iglesia románica de Santiago, un antiguo mesón con grades dovelas y la antigua cárcel de peregrinos.



A los que se queden, tanto si son creyentes como si no lo son, recomiendo quedarse a la misa de peregrino, que da el que posiblemente sea el cura más simpático del Camino y muy implicado en el Camino. Acaba sus misas con bendiciones en todos los idiomas de los asistentes y, entre otras originalidades, en el momento de darse la paz, pide que, en vez de darse la mano, nos demos un abrazo.

Nada más salir de Triacastela hay que elegir entre dos variantes que confluyen antes de llegar a Sarria: por San Xil o por Samos. Si se ha llegado a Triacastela y se quiere seguir andando, hay que coger la variante de Samos y pernoctar en este pueblo, pues creo que la variante de San Xil carece de albergues, aunque no estoy seguro del todo. Si se pernocta en Triacastela, aunque la variante de San Xil es bonita y 6 km más corta, también recomiendo la variante de Samos.

Los primeros 3,5 km son agridulces. Por un lado, se disfruta de un frondoso bosque y se camina cerca del río Oribio o Sarria pero, por otro lado, hay que hacerlo por carretera. Cuando llegamos a San Cristovo do Real, una bonita aldea de tejados de pizarra, pero mal conservada, iniciamos uno de los tramos más bonitos del Camino en cuestión de paisaje, caminando junto al río y su precioso bosque de ribera, además de atravesar algunos túneles vegetales.






En Samos, la meta alternativa, puede disfrutarse del mejor monumento gallego del Camino Francés (exceptuando los compostelanos): el monasterio benedictino de San Xulian y Santa Basilisa, de obligatoria visita para los amantes del arte.



En este monasterio destacan sus dos patios: el austero claustro grande, presidido por una estatua de Fray Benito Feijoo, por ser en este monasterio en donde tomó los hábitos este famoso escritor de la Ilustración. Junto a él, se encuentra el hermoso claustro pequeño, construido en el siglo XVI, aunque imita el estilo gótico. Es conocido como el Claustro de las  Nereidas, por estar ocupado su centro con una preciosa fuente con cuatro ninfas marinas.



Esta escultura la hizo el Padre Juan Vázquez en el siglo XVIII. Según una leyenda, a un provincial benedictino que visitó el monasterio le chirrió ver ninfas en un lugar dedicado al recogimiento y la oración, así que ordenó su traslado. Sin embargo, después de desmontarla, las piedras se hicieron tan pesadas que no pudieron despegarse del suelo, ni siquiera con los artilugios de la época, así que se desistió y, cuando se decidió reconstruirla, recuperaron su peso y se montaron con total facilidad.   
También puede visitarse la Sacristía y la iglesia barroca.



Además del monasterio, ubicado en un agradable parque junto al río, también podemos disfrutar en Samos de la Capilla del Ciprés, un pequeño templo mozárabe del s. X que tiene junto a él un ciprés de unos mil años de edad, unos 25 metros de altura y unos 3 metros de diámetro. 




Saludos cordiales y buen Camino

1 comentario:

  1. Soy Jacinto, persona que trabaja desde hace unos 10 años en la recuperación del Camino Olvidado. Mía es la web www.viejocamiinodesantiago.com. Tengo cuatro artículos dispònibles sobre el Viejo Camino en general y otros tres específicos: románico del Camino, patrimonio natural y ruta gastronómica. Si te interesa ponte en contacto conmigo jacinto.prada@gmail.com.
    Saludos cordiales

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